Q:
¿Qué tiene de malo la Acción Positiva? ¿Y qué podemos hacer al respecto?
A:
¿Qué tiene de malo la Acción Positiva? Todo. Ya sabes, nos están quitando puestos de trabajo por la acción positiva. E incluso los asambleístas judíos -no diré sus nombres aquí, pero averígüenlos ustedes mismos- los asambleístas judíos votaron recientemente a favor de los cupos en los empleos; cupos para etnias. Lo que significa quitarle el trabajo a los judíos, quitarle el trabajo a los esposos, a los padres, a los que ganan el pan y dárselo a alguna mujer, sólo porque es una mujer, una lesbiana. Ella no tiene familia. Vive sola en Greenwich Village, no tiene experiencia, ni calificaciones, pero la Acción Positiva le da el trabajo que debería corresponder legítimamente al sostén de alguna familia judío.
La Acción Positiva está robando a los judíos trabajos. Están siendo expulsados de los trabajos de la oficina de correos y están trayendo personas menos calificadas.
Fui a la oficina de correos para enviar un paquete. Un hombre de color estaba parado detrás del mostrador. Y empezó a pesarlo. Debía ser enviado a Éretz Israel; un paquete de libros. Lo estaba pesando. Estaba girando su lápiz, tratando de calcular el costo; girando y girando y girando y vi que no había fin. No pudo llegar a ninguna conclusión. Así que finalmente le dije: “Son $1,40”.
“Oh, sí, tienes razón”, dijo. “Gracias.”
Están contratando personas que no pueden hacer cuentas básicas de matemática.
Estaba esperando mi turno para conseguir cambio en la estación de metro de Utica Avenue y Eastern Parkway. Estaba esperando; había un hombre de color detrás del mostrador de la taquilla. Otro hombre de color vino y metió un billete de cinco dólares y dijo: “Dame cuatro fichas”.
El hombre detrás del mostrador dijo: “¿Cuánto es eso?” Le preguntó al cliente: “¿Cuánto debería ser el cambio?”
El cliente dijo: “No lo sé”.
Entonces, el hombre detrás del mostrador solo tomó un puñado de cambio y algunos dólares y le entregó las cuatro fichas.
Fui a otra oficina de correos. También allí había un hombre de color detrás del mostrador. No sabía nada. Pero el judío a su lado -ese tipo que pronto sería expulsado para que esté el hombre de color en su lugar- le estaba diciendo qué hacer.
Los legisladores judíos que elegimos con nuestros malvados votos son los que nos están arruinando. Y nos están destruyendo no sólo al robarnos el trabajo. ¡A lo largo del período que se encuentran en el poder votan por la maldad! Están votando por los homosexuales. Están votando para que no se reconozca el hecho de que los judíos gastan mucho dinero en enseñar Torá a sus hijos en escuelas privadas. Ellos son los que están luchando contra nosotros. No recibimos ningún reembolso de impuestos, porque estas personas se nos oponen.
Ahora bien, ¿qué podríamos hacer al respecto? Si escribes a los políticos judíos que se supone que nos representan en Washington, en Albany, en City Hall y dices: “¡Mira lo que está pasando! ¡Nos estás arruinando!”, al menos eso podrías hacer. Escribo cartas todo el tiempo. Hay que hacer eso.
Y por supuesto, podemos votar. Tenemos que sacar a los progresistas de sus cargos.
CINTA #269 (junio de 1979)