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Q:

¿Qué consejo le daría a un bajur ieshivá de veinte años con respecto al deseo de sus padres de que estudie estudios seculares? 

A:

 

Depende. Podía decirles: “Miren, supongamos que yo fuera sólo un chico estadounidense como todos los demás chicos estadounidenses, y quisiera salir y fumar. ¿Podrían detenerme? ¿Acaso no todos los chicos estadounidenses hacen lo que quieren y se convierten en vagabundos y sus padres les dan dinero incluso para comprar narcóticos? Y ustedes tienen un hijo decente, bueno, que quiere sentarse en la ieshivá y estudiar; ¿No debería tener mi oportunidad también? Al igual que los vagabundos en América, que son favorecidos por sus padres; las niñas y los niños vagan y sus padres les dan autos para hacer todo tipo de cosas malvadas; les dan mucho dinero también. Y yo no quiero nada. Todo lo que quiero es sentarme en la ieshivá y estudiar durante algunos años”. Algunos padres enrenderán eso. “Esa es mi forma de ser un chico estropeado. Quiero sentarme y estudiar”.

En caso de que los padres estén firmes en lo suyo, lo que el bajur ieshivá debe decirles es: “Miren, tengo sólo veinte años. Hay mucho tiempo en la vida, así que déjenme estudiar un par de años más y luego lo discutiremos de nuevo”. Dos años después, los padres le dirán: “Nu?” Así que él  les dirá: “Miren, sólo tengo veintidós. Lo discutiremos en un par de años”. En ese momento, ya se disgustarán y se rendirán. Funciona. Lo vi. Los padres finalmente se dan por vencidos. Vieron que el chico se dedicaba a estudiar y entonces se rindieron, y se convirtió en un Gadol BaTorá. Conozco historias como esa, puedo contártelas.

CINTA #692 (junio de 1988)