Q:
¿Por qué la mitzvá de tener hijos es alentada por el ietzer hará, por un instinto tan perverso, y no por el ietzer hatov?
A:
Y la respuesta es que no es cierto. La procreación está influenciada por un ietzer hatov muy grande. El ietzer de la procreación es un ietzer hatov muy grande.
Tomaremos un ejemplo. Un automóvil digamos. Un automóvil puede ser para una persona una de las mayores ayudas para la Torá. Digamos que vive en Queens y tiene que ir a la ieshivá en Brooklyn y tiene que viajar en transporte público. Le llevaría una hora y media. Pero ahora va en auto y llega rápido. Entonces, como dijo el Jafetz Jaim, ¿por qué se hicieron todos estos inventos? Para los bnei ieshivá.
El Jafetz Jaim dijo esto cuando los niños solían cruzar el Atlántico para ir a la Ieshivá de Mir. Habían cien chicos estadounidenses en la Ieshivá de Mir. Cierta vez un chico americano, un bajur de Mir vino a Radin. Y alguien le dijo al Jafetz Jaim: “Er is fun America“, este muchacho vino de Estados Unidos para estudiar en la ieshivá”.
Entonces el Jafetz Jaim dijo: “¿Por qué te sorprendes? Los estadounidenses son buenos empresarios. Y la Torá es el mejor negocio”.
Luego dijo: “Para eso están los barcos de vapor; para eso están los grandes transatlánticos, con el propósito de llevar a la gente al otro lado del océano para que estudie Torá”. La gente piensa que los barcos de vapor son para otras cosas y que, dicho sea de paso, uno de los usos menos importantes es para transportar bajurim de ieshivá. No, eso es un error. Es lo contrario.
El Rambam dice que si ves un palacio que ha estado en pie durante quinientos años y en el palacio los señores y damas han estado bebiendo y celebrando fiestas durante quinientos años y preguntas cuál es el propósito de este palacio entonces la respuesta es que es un verdadero desperdicio. Pero si un día cuando llovía pasaba un hombre decente y se paró debajo del pórtico del palacio que sobresale en la calle, y se paró allí diez minutos para protegerse de la lluvia, eso justifica la existencia del palacio. Un palacio puede permanecer en pie durante quinientos años y los goím se emborrachan allí durante quinientos años y con todo eso vale la pena: esos diez minutos valen la pena para el hombre decente. El hecho de que se haya usado mal durante quinientos años no cambia eso.
Lo mismo con el automóvil. También se puede usar para otras cosas además de llevarte a estudiar Torá. La gente maneja autos para ir al cine. La gente hace muchas cosas con los coches. Pero ese no es el propósito. Es mal uso del coche. El hecho de que tantas personas lo estén usando mal no significa que ese sea el propósito.
La procreación es con el propósito de tener hijos. El hecho de que se use mal, eso es culpa de los malos usuarios. Todos los instintos son grandes bendiciones. El instinto de procrear es una bendición muy grande. Si no fuera por el instinto de procreación, nadie estaría en este salón esta noche. Y el salón no existiría porque los constructores que lo construyeron no estarían. Y por lo tanto, agradecemos a Hakadosh Baruj Hu que exista tal instinto. El hecho de que hayan muchos niños ilegítimos vagando por las calles debido a este instinto, ¿de quién es la culpa?
Y por lo tanto no digas que es un instinto perverso. Es un buen instinto. Es el ietzer hatov el que se emplea en esta gran tarea.
¿Y por qué es un instinto tan fuerte? Porque el propósito es muy fuerte. Es muy importante tener a judíos alrededor. Y por lo tanto, Hakadosh Baruj Hu le dice al mundo que sea fructífero y se multiplique. Porque no sólo necesitamos a los judíos, sino que también necesitamos policías y bomberos para cuidarlos.
CINTA #216 (abril de 1978)