Q:
¿Hay alguna diferencia entre los consejos que usted nos da y los que se dice a usted mismo? Lo que quiero decir es, ¿practica usted lo que predica?
A:
Déjame explicarte algo, un principio importante. Cuando hablo contigo, no perdería mi tiempo sólo por ti. Es con la esperanza de que yo también lo esté escuchando. Sí, ese es el propósito. Agav urjá, te dejo escuchar también. Pero también yo estoy escuchando y no hay duda de que un predicador se ve influenciado por sus palabras.
Rav Israel Salanter preguntó una vez: “¿Cómo se puede juzgar el beneficio de una sijá de musar?” Dijo así: “Incluso si como resultado de su charla sólo una persona rezó minjá mejor, valió la pena. “Y”, continuó Rav Israel, “incluso si esa persona que rezó una tefilá de minjá mejor es el orador mismo, aún así vale la pena”.
Una tefilá de minjá mejor – cualquier asunto de rujaniut – es un gran logro. Por lo tanto, cualquier cosa que puedas hacer por tí mismo, ya sea que estés estudiando solo o enseñando a otros, asegúrate de estar escuchando también. Estás escuchando también y estás teniendo un beneficio. Algo se te pegará. Lo imalet! Es imposible de otra manera. A menos que seas un ramai gadol. A menos que seas un completo farsante. Pero una persona común, cuando habla, también está escuchando.
CINTA E-260 (febrero de 2001)